Collares: Evolución, Magia y Poder

ORIGEN DEL COLLAR

Al hombre primitivo le gustaba colgar de su cuello cualquier tipo de hueso, piel o planta como adorno. Los collares son casi tan antiguos como el descubrimiento del fuego. Pero podemos considerar “el inventor del collar”, al pueblo egipcio. Los egipcios veían la joyería no solo como un adorno estético, sino también como un símbolo de poder, religión y estatus social.

El collar es uno de los símbolos más antiguos. Su círculo cerrado tenía relaciones estrechas con la magia, ya que representaba los poderes del mundo oculto. No existió ningún rey, sacerdote o poderoso en la Antigüedad que llevara algo alrededor de su cuello.

Los collares egipcios, a menudo de cuatro vueltas, eran piezas que combinaban colores amarillo, verde, rojo y azul con el oro, la plata y las piedras semipreciosas, realizando un conjunto deslumbrante para cualquiera. Los embajadores de los pequeños reinos tributarios del faraón, quedaban sorprendidos contemplando el brillo cambiante del collar regio, que surtía efectos casi hipnóticos sobre ellos.

Aunque el oro era el metal más comúnmente utilizado en la joyería egipcia debido a su abundancia en la región, la plata era aún más valorada debido a su escasez. La plata no se encontraba en grandes cantidades en Egipto, por lo que a menudo se importaba, lo que aumentaba su valor y estatus.

Además de los metales, los egipcios también valoraban una variedad de piedras preciosas y semipreciosas, como el lapislázuli, la turquesa y el carnelian, que se incorporaban en sus diseños.

EVOLUCIÓN DEL COLLAR

No sólo los egipcios, sino todos los pueblos del llamado Creciente Fértil, en torno al Oriente Medio actual, dieron gran acogida y favor al collar. Los asirios solían utilizar collares de cuentas de piedras preciosas, como los hallados en las imponentes ruinas de Korsabad, y junto a ellos, collares humildes de hueso de aceitunas taladrados.

Y también el pueblo fenicio se adornaba con collares de pasta esmaltada, seguramente importados desde antiguo Egipto. En la antigua Grecia se limitó el uso de collares a las mujeres. Sin embargo, este pueblo creó un nuevo tipo de collar: una serie de anillas formando cadena, con un anillo grande en forma de argolla, como el que utilizaron los pueblos bárbaros. Un aro alrededor del cuello, tanto para hombres como para mujeres.

Y en cuanto a los romanos, éstos heredaron el gusto etrusco, combinándolo con los collares griegos. Crearon así una especie de collar intermedio en el que se hacía sentir la influencia griega y también la bárbara.

Distinguieron dos modalidades: collares y cadenas. Unos y otras solían ser de oro, con perlas y pedrería que bajaban hasta la cintura en dos o tres vueltas. De ellos, de estos collares y cadenas, pendía la bula o amuleto contra un número de enfermedades comunes.

En la Edad Media europea no se utilizó el collar hasta el siglo XII, en que las mujeres provenzales de los medios cortesanos pusieron de moda la gargantilla de tela ajustada al cuello, y en la que se cosía un hilo de perlas.

Más tarde, en el siglo XV, se puso de moda lucir un collar sobre el escote, y no sobre el vestido, como había sido el caso en siglos anteriores.

 

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